https://doi.org/10.5281/zenodo.15331239

 

NOTA EDITORIAL

 

La preservación del conocimiento científico

 

The preservation of scientific knowledge

 

Nayi Sánchez Fleitas

nayi78@gmail.com

Centro Internacional de Investigación y Formación Avanzada SAS, Ambato, Tungurahua, Ecuador

https://orcid.org/0000-0001-5305-537X

 

 

La preservación del conocimiento científico ha jugado su papel en la evolución del ser humano. La base del desarrollo científico se construye sobre el saber acumulado. Desde la comunidad primitiva hasta la actualidad la sociedad ha buscado métodos más seguros de comunicar y preservar la información relevante.

En el inicio de la civilización humana la transmisión del conocimiento se realizó de forma oral, de generación en generación, lo que llevaba en si la pérdida y distorsión de la información. La primera forma de escritura conocida (escritura cuneiforme) fue desarrollada por los sumerios en Mesopotamia (aproximadamente en 3.300 a.C.). En Egipto, por los años 3.100 a.C., se desarrollaron los jeroglíficos; y en la India y China surgieron otras formas de escritura independientes. De estas culturas surgen los primeros registros científicos, ya que sus conocimientos astronómicos, matemáticos y médicos son guardados en tablillas de arcilla, papiros y pergaminos.

En este sentido, la Grecia clásica representa un punto de inflexión importante en el desarrollo del pensamiento humano. Durante esta etapa no solo se producía conocimiento sino también se transmitía institucionalmente. Ejemplo de ello son:

·         La academia de Platón y el Liceo de Aristóteles. Estos lugares no eran solo de enseñanza y debate, sino también se recopilaban textos.

·         Centros filosóficos y colecciones privadas (ej: Aristóteles) que preservaban manuscritos copiados por escribas.

Pero no fue hasta el siglo III a.C. con la creación de la Biblioteca de Alejandría que surgió el primer intento ordenado de recopilar el saber universal. Lamentablemente con las guerras se perdió gran parte del conocimiento. A continuación, entre los siglos VIII y XIII se destaca la labor del mundo islámico en la conservación del conocimiento traduciendo obras griegas y persas al árabe. Además se sistematiza el saber en forma de enciclopedias; en la Casa de la Sabiduría (Bagdad) se recogieron numerosos conocimientos que influirían en el renacimiento europeo. Durante la edad media en Europa, los monasterios copiaban manuscritos, principalmente teológicos, perdiéndose gran parte del conocimiento.

Otro salto cualitativo ocurre hacia 1440 con la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. Este avance permitió la rápida circulación de obras científicas. Seguidamente, a partir del siglo XVII el conocimiento comienza a estructurase de forma organizada. Poco a poco comienzan a formarse instituciones como Royal Society (1660) en Inglaterra y Académie des Science (1666) en Francia. En 1665 nacen las primeras revistas científicas: Journal des Sçavants (París, Francia), y Philosophical Transactions (Londres, Inglaterra). Es importante mencionar que estas continúan vigentes.

Durante el siglo XIX se llevó a cabo la profesionalización de las ciencias y se desarrollaron universidades, centros de investigación, sociedades científicas y academias. Comienza a evolucionar el conocimiento con el surgimiento de revistas especializadas y catálogos bibliográficos.

El siglo XX es la etapa de la estandarización, bibliometría y centros de documentación. En los 90 ocurre un cambio radical en la conservación de la información científica, la digitalización. Cambiando la forma en que se conserva y accede al conocimiento. Actualmente, existen desafíos como la obsolescencia tecnológica, la preservación de datos primarios, la desinformación y la conservación selectiva. Desde las tablillas de arcilla y los papiros hasta los servidores en la nube, la humanidad ha tratado de preservar el conocimiento para asegurar el bienestar de las nuevas generaciones.